Pregunta:
todo sobre carrete multiplicador para pesca?
eldiablonegro09
2006-09-09 09:29:59 UTC
todo sobre carrete multiplicador para pesca?
One responder:
THE-BANDIDO
2006-09-09 12:14:27 UTC
Poco hubo a propósito del sorprendente despunte en el mundo de la pesca del siglo XVIII, que fue una etapa de consolidación y cambio incremental.



La caña es un caso especial. Las primeras cañas del siglo XVII, no tenían anillas o anillos guía, aunque en ocasiones si presentaban la anilla de la punta. Las cañas con guías, aparecieron a fines del siglo XVII. Esta invención, proporcionó a los pescadores un mejor control de la línea mientras se peleaba con el pez, pero no tenía mucha influencia o efecto en la distancia de lanzado, debido a que la naturaleza de las líneas de esa época sólo permitían un "mínimo disparo".



Las primeras anillas eran extremadamente inconfiables y tenían la fuerte tendencia a jalonear la caña bajo tensión, lo cual, sin duda, contribuyó a su lenta aceptación.



Hacia mediados del siglo XVIII, una incesante diferenciación en el tipo de las cañas era ya evidente, así como una creciente sofisticación en la selección de los materiales para cada sección. Las cañas con uniones se hicieron más comunes, aunque tales uniones (a menudo hechas de madera, a veces reforzadas con bronce) eran horriblemente inconfiables.



Las cañas de mosca para trucha todavía eran mucho más largas que las que ahora usamos: entre catorce y diecisiete pies, aunque la mayoría eran más cortas. Las cañas típicas podían medir doce pies para pescar con líneas que terminaban en dos pelos o más; nueve pies para líneas acabadas con un solo pelo "para moscas pequeñas", y diecisiete pies para pescar salmón.



Para los mangos se usaba fresno o sauce, mientras que nogal americano o avellano se utilizaba para las puntas, y su respectiva extensión, de barba de ballena, era en ese entonces estándar. Las "Cañas de bambú" empezaron a utilizarse en la construcción de puntas, sobre todo para cañas para salmón.



Se cree que un pescador experimentado, usando una caña de dieciséis pies, podía lanzar unas doce yardas de línea con una sola mano o diecisiete yardas con dos manos. El que alguien quisiera lanzar con una sola mano con una caña de dieciséis pies de largo, es otra pregunta.



Ya tan temprano como 1600, había mercaderes que fabricaban equipo de pesca. Gervaise Markham sugería a sus lectores que compraran sus cañas en "mercerías", ya que era una "gran opción". En el siglo XVIII, el comercio de equipo de pesca era ya un negocio bien establecido y vendía todo producto concebible que el pescador pudiera necesitar así como muchos más que no.



Una multitud de vendedores aparecieron durante y después del tiempo de Walton, incluyendo a la gran firma Ustonson, empresa que empezó a comerciar hacia 1760 y era quien proveía de equipo al Rey George IV.



Fabricar cañas era una cosa, pero no tardó mucho en que se reconociera el potencial comercial de los carretes. En 1726, en periódicos locales, Kirby anunciaba "la mejor selección de manivelas".



En las postrimerías de segunda mitad del siglo XVIII, se publicitaban para su venta manivelas de bronce de diversos diseños. Fue durante el segundo cuarto del siglo XVIII cuando la pesca se convirtió en actividad popular, con mercancías, tiendas y bodegas que nos explican porque el mercado de equipo de pesca se expandió grandemente en esa época. En la segunda mitad del siglo, hizo su aparición un tremendo invento - El carrete multiplicador. La aparición del multiplicar en época tan temprana de la historia del carrete para mosca es desafortunada, porque sentenció a los pescadores a un siglo de miseria.



Probablemente, el multiplicador arribó al mercado más o menos en 1750 y constituyó una respuesta natural al pobre diseño de los carretes de acción sencilla de la época. Éstos tendían a ser anchos, con diámetros pequeños y ejes demasiado delgados que hacía que la recuperación fuera dificultosa si se sacaban unas cuantas yardas.



Desde los días del Treatyse, los pescadores debían confeccionar ellos mismos sus líneas, generalmente de pelo de caballo, pero la revolución industrial cambió todo eso. La relativa facilidad con que las máquinas podían ser inventadas y producidas tuvo sus primeras consecuencias para la pesca con mosca: una amplia gama de líneas ahusadas manufacturadas se hicieron disponibles.



Las nuevas líneas ahusadas podían ser lanzadas con mayor precisión que las líneas de pelo trenzadas a mano. La mitad del siglo XVIII marcó el principio del fin del uso de las líneas planas (level lines), las cuales incorporaban tanto la línea de mosca como la línea de corrida (running line).



Hacia 1850, las líneas doblemente ahusadas (tapered) se convirtieron en artículo estándar para los pescadores quienes podían voltear la línea cuando una punta se desgastaba. Sin embargo, el rápido avance en la manufactura de líneas trajo consigo un nuevo conjunto de problemas.



A finales del siglo XVIII, habían aparecido en el mercado las líneas trenzadas de seda y pelo de caballo y a principios del siglo XIX, las líneas de seda, tanto trenzadas como torcidas se encontraban a la venta. Las líneas de pelo de caballo tenían muchas desventajas: demasiado ligeras por lo que no podían ser lanzadas fácilmente y presentaban una "horrible" cantidad memoria, particularmente cuando, de nuevas, se les sacaba de los carretes de ejes sumamente delgados que se utilizaba en esos tiempos.



Por otro lado, las líneas de seda absorbían agua con demasiada rapidez, se desgastaban muy pronto y se hacían demasiado pesadas para lanzarlas; un problema que no pudo solucionarse hasta que, en 1890, aparecieron las líneas de seda trenzadas muy finamente.



Las mezclas de seda y pelo eran un triste compromiso, ambos materiales tenían muy diferentes propiedades pero, no obstante, fueron ampliamente utilizadas. Eran caras, se desgastaban rápidamente, eran poco resistentes, se enmarañaban con facilidad y debido a las numerosa protuberancias de pelo que presentaban, se deslizaban muy mal sobre las anillas de las cañas.



A finales de este siglo, muchos pescadores estaban comprando sus moscas, en lugar de atarlas ellos mismos, a comerciantes especializados en equipo de pesca. Si se consiguieron grandes avances en cuanto a cañas, carretes y líneas se refiere, las moscas para trucha y salmón sufrieron muy pocos cambios en el siglo XVIII.



En 1790, cualquier pescador podía abrir su caja de moscas y mostrar una selección de patrones de Cotton sin que casi nadie lo notara; cuarenta años después, se hubieran reído de él. Ésta fue la calma tras la tormenta.


Este contenido se publicó originalmente en Y! Answers, un sitio web de preguntas y respuestas que se cerró en 2021.
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